Ann Jefferson, Ph.D.
University
of Tennessee at Knoxville
Área de historia
9 de julio de 2012
Ann Jefferson |
Aunque el enfoque de varios estudios
sobre este tema ha sido Carrera y los eventos que tuvieron lugar en
Mataquescuintla, el primer enfrentamiento entre los rebeldes, "los patriotas
de Mita" como se llamaban ellos mismos, y los soldados del gobierno tuvo
lugar en el pueblo de Santa Rosa (hoy conocido como Santa Rosa de Lima) y fue encabezado
por los dueños de una hacienda de ganado mayor, los hermanos Teodoro y Benito
Mexía. Ellos representan una élite campesina que jugó un rol esencial como
catalizador de esta rebelión al forjar una alianza con diversos sectores de la
población oriental y reunir sus recursos financieros para apoyar a la
guerrilla.
Que la rebelión se conozca como un
proyecto de Rafael Carrera se debe a que en la historia vamos al revés, o sea,
escogiendo lo que se destaca y buscando sus raíces. En este caso, como la
persona que se destacó fue Carrera, una mirada retrospectiva nos dice que él
fue más importante desde el principio de la batalla contra el gobierno, pero
cuando ésta empezó no era así. Claro que Carrera llegó a ser el líder más
importante, y posteriormente el presidente del nuevo estado-nación, pero en el
principio fue solo un joven más, un arriero o porquero. El líder más importante
fue el “mulato” Teodoro Mexía, según varios expedientes, hacendado, e mayor hijo
varón del mayor hijo varón de Ramón de la Rosa Mexía, "mulato libre"
del Valle de Santa Rosa.
En el área de Santa Rosa, el lugar del
primer enfrentamiento entre "la gente parda" y los soldados
"chapines" (es decir, de la ciudad de Guatemala, capital del Estado
de Guatemala) mucha gente aparece designada como "mulato libre" en
los documentos. Yo quería investigar si lo que hizo esta gente en la rebelión
de Mita, en junio de 1837, tenía algo que ver con su etnicidad como ‘gente parda’. Por lo general, este término se traduce al
pensamiento anglosajón como "common
people (gente común)", el cual
no dice nada sobre su color ni su identidad, pero a mí me parecía importante
que ellos se refirieran a sí mismos con un término que puede traducirse como
"brown" o sea, de color
café. Esto nos sugiere que la gente parda de esta región era también una gente
de color, descendiente de los indígenas y/o de los africanos.
Además, en los censos el término “casta” aparece con los términos ‘español’,
‘indio’ y ‘mestizo’, y a veces las castas representan la mayoría de la
población. Esto parece sugerir que las castas eran los mulatos/ladinos, o sea
los que no se podrían identificar como miembros de los otros grupos. Parece que
la etiqueta 'mestizo' se refería a los que a ojos del párroco parecían ser de
descendencia indígena y 'mulato' a los que le parecían tener alguna apariencia africana. El sistema está plenamente basado en el fenotipo
y no en el genotipo, o en algunos casos en la geografía, o sea dependiendo de
dónde vivían los padres del niño bautizado, con algunos lugares designados como
los de la gente indígena o indígena-mezclada – que serían los indios o mestizos – y otros
lugares como los de la gente descendiente de los africanos, o sea mulatos.
Otros estudios han encontrado que el término mulato no se usaba sin que la gente
tuviera alguna apariencia africana.
Pero si lo que nos interesa en este
momento son “los subalternos" definidos como toda la gente no española, o
sea los criollos blancos, tal vez no nos importa mucho cuál de los dos sea ‘la
gente parda’; solo nos interesa que los Mexía estaban en esa categoría, o sea
gente de color, castas. No obstante, mi estudio se enfoca en la gente de
descendencia africana, y por eso me importaba la identidad étnica de los Mexía
de Santa Rosa. De hecho, me sorprendí cuando vi esa etiqueta de ‘mulato libre’
o ‘mulato criollo’ en los documentos que tratan sobre los Mexía, porque nunca
había visto ninguna identificación étnica sobre Teodoro Mexía en las historias
escritas sobre esta rebelión.
A fin de cuentas, lo que tenemos en el
Oriente a mediados del siglo XIX es una élite compuesta por hacendados de
ganado mayor y caña de azúcar, muy
católica – según los manifiestos que dejaron– pero viviendo una vida no muy semejante en
varios aspectos a la de la élite ‘chapina’ en la capital, pues sus bienes no
tenían nada que ver con la comodidad de sus grandes y finas casas, o los lujos
importados de Europa, sino con el número de animales que les pertenecía o las
cargas de maíz y panela que producían para vender. Esta élite rural era una
‘gente parda’ según los documentos que ellos mismos generaron. Esto no quiere decir que todos fueran mulatos,
porque una familia muy importante en la rebelión, de apellido Solares, siempre
aparece como ‘española’ en los documentos, pero evidentemente era una élite en la
que un buen administrador como Ramón de la Rosa Mexía ("mulato libre"
en todos los expedientes), que juntó su dinero para comprar una hacienda y recibió
otra como regalo de su jefa (dueña de muchas tierras) cuando se casó con una
"mulata libre"; un hombre así, listo, trabajador y afortunado, podía
abrir la puerta para que sus nietos –entre ellos Teodoro y Benito Mexía– entraran
en los rangos más altos de la sociedad rural. Eso no pasaría en la capital
(pienso yo), entre los Jáuregui, los Arrivillaga, etcétera.
Estas diferencias entre las dos élites,
la “chapina” y la de Mita, los condujeron a la guerra civil llamada la rebelión
de Mita. Lo que encontré, y lo que expuse en mi tesis, es que el gobierno de
Gálvez y los liberales tomaron varias medidas en contra de la gente de Oriente,
con el fin de someterla al sistema nacional, supuestamente por su propio bien,
para que llegara la ilustración a los “bárbaros del campo”. Entre estas medidas
fueron:
1.
Un plan de
desarrollo para colonizar la parte noreste del país, que robó a estos
hacendados la oportunidad de invertir su dinero en la economía nacional;
2.
la imposición
de la ley marcial (de facto) mediante el nombramiento de un militar como jefe
político de Cuilapa;
3.
el plan de
reubicar a una gran parte de la población de los pueblos de Sacualpa y
Jalpatagua y repoblar esas áreas con gente más obediente al gobierno;
4.
la invasión
de haciendas en el oriente para destruir los ranchos en donde vivía la fuerza
laboral de las haciendas o, según el gobierno, los bandidos que se mantenían
robando a los viajeros y comerciantes en la carretera de Guatemala a San
Salvador, la capital de la República Federal de Centroamérica;
5.
y la
confiscación y los embargos de los bienes de los líderes rebeldes; siendo uno
de los afectados Teodoro Mexía.
Visto como parte del intento de formar una nueva
nación, todo esto parece ser una pelea entre dos grupos de poder, uno
capitalino y otro campesino, rural o regional. Un intento de parte de una élite
nacional para despojar a los poderosos de una área rural
de sus bienes, su territorio y su poder; en pocas palabras, para eliminar las
élites regionales que no compartían la misma visión de la futura nación, que
hablaban de "nuestra América" como un lugar bastante diferente a la visión
liberal, con sus planes de colonización extranjera, de la seguridad del tráfico
en el Camino Real y del vínculo de Guatemala con las economías de Europa y de
los Estados Unidos.
Así que tenemos aquí una batalla entre
elites, pero no tanto entre una liberal y otra conservadora, sino entre una
urbana y mercantil, y otra rural y productora. Por eso, intentos de forzar esta
época y la rebelión de Rafael Carrera en una cajita con las etiquetas
"Liberal" y "Conservador" no nos han llevado a ningún lado.
Carrera logró explotar una escisión dentro del partido Liberal y se vinculó con
el partido Conservador, pero parece –aunque sobre esto me gustaría oír lo que
piensan ustedes– que manejó el gobierno a su propia manera hasta su muerte.
Claro que este triunfo de una elite rural –o sea Carrera y sus aliados, los
hacendados del oriente– fue temporal, pero lo interesante es que por un momento
tuvieron éxito los campesinos, se apoderaron del Estado, y no hay muchas
victorias de esa clase en la América latina del siglo XIX, temporal o no.
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