Por Sergio Palencia
5 de octubre 2012
I.
Datos concretos
II.
Totonicapán: como viene sufriendo la imposición estatal.
III.
Lo que el Estado y la apropiación capitalista no pueden aceptar de los 48
Cantones.
Reflexión.
Los ríos de Totonicapán.
Totonicapán
y la crisis estatal-capitalista en Guatemala.
El día de ayer, jueves
4 de octubre 2012, se consumó la primera masacre a las comunidades indígenas en
Guatemala por el nuevo gobierno. Desde enero del presente año, cuando asumió la
presidencia el general Otto Pérez Molina, las manifestaciones y disturbios
sociales asociados al capital ya han generado heridos y muertos en Barillas,
Huehuetenango; San José del Golfo y San Pedro Ayampuc, Guatemala; San Rafael
las Flores, Santa Rosa. Claro, no han sido las primeras. Los desalojos en
Livingston, Izabal o Panzós, Alta Verapaz, han venido desde hace varios años.
Especialmente fuertes fueron durante el gobierno de Colom. Luego la violencia
no obedece a políticas de gobiernos particulares, como podría enfatizarlo un
periodismo simplista, sino, según proponemos, a la expansión del capital y su
estímulo estatal.
El presente escrito
tiene como propósito, primeramente, informar concretamente qué fue lo que pasó
ayer en Totonicapán. Esto lo realicé con la lectura y recopilación de noticias
y comunicados en periódicos, programas televisivos y videos. No pretende ser
más que una primera aproximación para esclarecer la masacre de Totonicapán y
las razones de la toma de carreteras por las comunidades k’iche. Tengo la
seguridad que posteriormente se podrá reconstruir la cronología del 4 de
octubre con datos más acabados y testimonios particulares. No aspira este
escrito más que a ser una aproximación, eso sí, respaldada por diversos
periódicos y agencias de información internacionales, comunicados, cartas de
denuncia y videos de distintas organizaciones. Nos referimos a comunicados de
organizaciones como Rigoberta Menchú Tum o del CACIF. No por
pretender neutralidad, sino por abrir hacia las distintas fuentes en referencia
a la masacre.
Consta de tres partes.
Debido a que uno de los objetivos de este escrito es informar la jornada de
lucha y la represión estatal en Totonicapán, tanto para gente en Guatemala como
personas de otros países, he decidido darle una redacción y organización
distinta. La primera parte consta de los datos concretos recopilados a través
de los medios de comunicación, a manera de información que pueda ser utilizada
para su divulgación. Para quien solamente desee conocer qué fue lo que pasó en
Totonicapán, Guatemala, el jueves 4 de octubre puede leer solamente esta
primera parte. Tiene su independencia relativa. Sin embargo, no queriendo solo
presentar una información de lo acontecido, pues sería sintetizar lo divulgado
en los periódicos, la segunda y tercera parte son un análisis e interpretación
de lo que significa, previa y posteriormente, la lucha y represión en
Totonicapán. La segunda parte refiere a un contexto del departamento de
Totonicapán, qué problemas ha enfrentado con relación a sus reclamos y, luego, como
vitral local a partir del cual se puede ver el ataque capitalista-estatal en
Guatemala.
Por último, en la
tercera parte, se examina básicamente por qué el Estado actúo con tal nivel de
violencia ante una organización fogueada en la negociación. De manera que no
sea, solamente, una culpabilización a este o aquel responsable de órdenes de la
masacre, sino una comprensión de las relaciones de dominación que se buscan
imponer desde hace, al menos, diez años en su nuevo momento impositivo. Por
supuesto, no quiere decir que no se deba conocer las líneas de mando y los
responsables de los disparos, sino que, ahora, en este momento de crisis, es preciso
de una vez por todas sentar las bases para una crítica al Estado como tal y no
sólo a los gobiernos, al capital y no sólo a sus personificaciones en las
cámaras empresariales. Distinguiendo y complementando estos puntos se podrá
reflexionar, con mayor horizonte de posibilidades de cambio, pero también, de
represión. Este análisis, denuncia y crítica espera, sobre todo, contribuir a
que no se repita el exterminio social que hemos vivido en Guatemala,
especialmente con los planes de contrainsurgencia entre 1981-1983. Que no se
repita. Las preguntas por el cambio organizado, sumamente necesarias, no
pretenden y no pueden responderse acá. Pese a esto espero motive para que
dichas preguntas puedan ser contestadas en colectivo activo de transformación
social.
I.
Datos concretos
El jueves 4 de octubre,
hacia las 5 de la mañana, comunidades indígenas k’iche y kaqchikel de
Totonicapán (véase mapa No. 2) se
movilizaron para bloquear puntos estratégico de la carretera Interamericana, en
el altiplano occidental de Guatemala (véase Mapa No. 1). Se concentraron,
inicialmente, en el lugar llamado la cumbre de Alaska (Km. 170) y Cuatro
Caminos (Km. 188). Estos dos serían los puntos estratégicos de mayor
confluencia y donde, en la tarde, se lucharía contra la represión estatal. Asimismo,
se ocuparon otros puntos en el entronque de San Francisco el Alto, como también
el acceso a Paxtocá y el acceso a Quiché en Los Chorros. Debido al clamor
popular por el excesivo cobro de la compañía eléctrica DEOCSA y la eliminación de la carrera de magisterio,
la Asociación de los 48 Cantones de Totonicapán convocó a la ocupación de la
carretera. Desde la tarde anterior los 48 Cantones habían llamado a los
comerciantes a no presentarse al día siguiente debido a la manifestación que se
organizaba. Asimismo, en la noche del 3 de octubre, los alcaldes ya habían
anunciado la toma de las carreteras. En su actualización nocturna Prensa Libre
(3-10-2012) ya había anunciado en su página de internet esta noticia por lo
que, sin duda, el Estado estaba alerta e informado de lo sucedido. De manera
que si nos atenemos a la información divulgada, la fuerza armada estatal,
policía y ejército, tenían, por lo menos, un margen de 14 horas para planificar
desde antes de la medianoche su actuación ante el cierre de las vías. Claro,
esto basándonos en la información pública que corre muy por detrás de la
inteligencia estatal.
Mapa No. 1
Regional
Sur de México, Guatemala, Belice,
El Salvador, Honduras y Nicaragua
Desde la mañana hubo
presencia policial en el área. En Cuatro Caminos alrededor de 50 policías
antimotines hacían acto de presencia hacia las 8 de la mañana. Mientras tanto
líderes de los 48 Cantones, incluyendo la lideresa Carmen Tacam, intentaban
negociar con Casa Presidencial. Sin embargo, hacia las dos de la tarde,
miembros gubernamentales en la Casa Presidencial impidieron el paso de los
líderes de 48 Cantones afirmando que el presidente Otto Pérez Molina no estaba
disponible. Mientras tanto se movilizaron decenas de patrullas y, por lo menos,
dos camiones con soldados de fuerzas especiales del ejército, como automóviles
oficiales de la Comisión Presidencial de Derechos Humanos (COPREDEH). Es decir,
el presidente no estaba disponible en Casa Presidencial mientras que fuerzas
antimotines, ejército y automóviles gubernamentales se acercaban al bloqueo. Más
tarde, en entrevista televisada, el
ministro de gobernación relataría su versión: ante la negativa de desocupar las
carreteras, la policía utilizó bombas lacrimógenas y reservistas del ejército
se presentaron a auxiliar a dichos antimotines. Amparándose en un decreto de
operaciones conjuntas, López Bonilla justificó la presencia de ambas fuerzas
armadas del estado. Sin embargo, aseguró que el ejército no llevaba armas de
fuego. Al contrario, los “casquillos” de bala que se habían encontrado eran de
escopetas particulares y la mayoría de los heridos habían sido golpeados por
machetes u otros artefactos punzocortantes. De
manera que se había generado una riña entre la misma población y un ataque
alterno de los comunitarios a los policías y al ejército, fuese con piedras o
quemando varios camiones, incluyendo uno del ejército. Hasta
ayer en la noche, López Bonilla hablaba de 7 soldados heridos.
Posteriormente, en
declaraciones televisadas ayer, el ministro de gobernación, López Bonilla,
declaraba que este procedimiento de presión comunitaria era un «chantaje» al
presidente Pérez Molina y que, ante todo, debía ser respetada la libre
locomoción de los guatemaltecos. Manifestaba López cómo la fuerza pública reaccionó
ante una emboscada sobre la carretera, en un punto cercano a la cumbre de
Alaska (véase Mapa No. 3). ¿Qué conclusiones podemos sacer a partir de esta
versión oficial. Primero, el derecho a la locomoción era el punto justificante
del uso de la fuerza estatal armada. El procedimiento era una advertencia
durante la mañana y en la tarde aplicar el desalojo. Segundo, se necesitó de
“reservistas” del ejército para apoyar en operaciones conjuntas a los antimotines.
Ambos iban supuestamente desarmados, haciéndose presentas patrullas y camiones,
utilizando bombas lacrimógenas. Tercero, hubo dos momentos de reacción y
defensa estatal. Uno, los camiones del ejército emboscados, según afirmó López.
Dos, los machetazos que se dieron entre sí los comunitarios (de nuevo, según
López) y los balazos del guardia de seguridad de un camión particular (según
Prensa Libre, 5-10-2012). Entre estos incidentes hubo decenas de personas
intoxicadas por las bombas lacrimógenas, hombres y mujeres. Asimismo al menos
34 heridos de distinta índole y, según cifras que varían, 4 muertos según el
periódico estatal (Diario de Centroamérica, 5-10-2012), 6 campesinos muertos
(Prensa Libre, 5-10-2012), 7 muertos (El Periódico, 5-10-2012). Por ahora, la
cantidad de muertos que se maneja es siete. El periódico Siglo 21 (5-10-2012)
presenta la siguiente lista de asesinados: Santos Nicolás Hernández, Jesús
Francisco Puac, Arturo Félix Fapón, Eusebio Josué Puac, Jesús Cano, Santos
Nicolás Menchú y Rafael Batz.
Posiblemente todos
ellos hayan muerto por balazo.
Mapa No. 2
Departamentos de
Guatemala
Nota: 1- Totonicapán (rojo),
Huehuetenango (verde), Alta Verapaz (azul), Guatemala (morado), Santa Rosa
(amarillo). 2- Recuadro que muestra la ubicación del Mapa No. 3.
Por su parte, ¿cómo
relatan lo sucedido hasta el momento los comunitarios de Totonicapán? La toma
de las carreteras en la jurisdicción de Totonicapán, cercano a Sololá y
Quetzaltenango, fue una decisión organizada por el descontento popular. La
Asociación 48 Cantones había decidido expresar este malestar por al alto costo
de la electricidad, la eliminación del magisterio y como repudio a las reformas
constitucionales deseadas por el presidente Pérez Molina y el Partido Patriota.
Las demandas habían sido planteadas con claridad y sin confusión. Un examen más
detenido de quienes tomaron la carretera nos mostraría, como participantes, a
campesinos y comerciantes con dificultad para pagar la luz, jóvenes estudiantes
y sus familiares, a quienes se les niega el magisterio. Mostrando una de las
mejores organizaciones comunales en toda Guatemala y Centroamérica, los 48
Cantones había establecido caminos de presión (mediante la toma de carreteras)
y negociación-diálogo con la presidencia. Sin embargo sucede un punto a tener
en cuenta y que, se espera, pueda ser comprobado en el futuro cuando se
disponga de mayor información. La negociación fue demorada e, incluso, evitada
por parte del Estado. Hacia las dos de la tarde López Bonilla manifestaba que
el operativo de desalojo se suspendería por un acuerdo alcanzado entre el
ejecutivo y los líderes de 48 Cantones Totonicapán. Sin
embargo, mientras declaraba esto López los antimotines arremetieron contra los
comuneros que protestaban, primero en la aldea Xecacbox, luego en la Cumbre de
Alaska y Cuatro Caminos. Según afirmó la valiente lideresa Tacam, en
conferencia de prensa junto al presidente Pérez Molina, «[…] quienes estuvieron en la manifestación nos dijeron que fueron
personas del ejército quienes habían disparado en contra de ellos […]» (Video
4-10-2012, min. 1:40). De acuerdo a Tacam, los asesinados, así como los heridos y heridas
pertenecían a la comunidad de Pasajoj, Chipuac, Vásquez y Panquix, todas aldeas
de Totonicapán. Al preguntarle un reportero si conocían respecto a infiltrados
en la manifestación, Tacam respondió que negativamente, pero declaró que las
autoridades k’iche no iban armados, sino llevaban la vara de la autoridad
comunitaria.
Mapa No. 3
Carretera
Interamericana en Totonicapán y norte de Sololá.
Cuatro Caminos (rojo) y Cumbre de
Alaska (amarillo).
A partir de la
reconstrucción de las notas periodísticas, así como de testigos que declararon
en las mismas, podemos tener algunas ideas preliminares. Primero, la manifestación
y la toma de carreteras estaba dirigida por, tal vez, la organización
cantonal-comunitaria más preparada y coordinada de Guatemala. En la pasada
década, situándonos contemporáneamente, los 48 Cantones habían manifestado en
1998 contra el Impuesto Único sobre Inmuebles (IUSI), siendo Álvaro Arzú
presidente. Asimismo, en agosto 2012 habían detenido el proyecto de imposición
tributaria de Alfonso Portillo y, años después, en duro enfrentamiento, habían
evitado la privatización del agua con las protestas contra la Ley de Aguas
impulsada por Oscar Berger.
Segundo, recientemente se venía caldeando el ánimo en los 48 Cantones ante el
incremento de la luz eléctrica, habiendo tomado los líderes k’iche, por algunas
horas, las instalaciones de DEOCSA en Totonicapán (Prensa Libre, 22-05-2012). En ese entonces, dicho medio impreso
indicaba: «Los líderes de los 48 cantones demandan que se anule un contrato
realizado por las mil lámparas públicas ya que el costo del alumbrado se
incrementó pese a que representantes de Deocsa aseguraron que iba a
bajar; además, exigieron que se suba a 200 kilovatios la tarifa social, y
se preste un mejor servicio. Según el gobernador, los funcionarios no pudieron
ser convocados de manera inmediata pero se comprometieron a llegar el próximo
martes.». Tercero, las protestas y la voluntad de negociación fueron
estrategias paralelas de los 48 Cantones, realistas si consideramos que como
mínimo desde mayo han sido nulos los abordajes a los excesivos cobros de
DEOCSA. No obstante, las 14 horas de las que dispuso, como mínimo, el gobierno
de Pérez Molina fueron utilizadas estratégicamente para preparar el
enfrentamiento. Durante la mañana, como suele pasar con otras tomas de
carreteras, se hace presente un contingente policiaco y se procede al desalojo
hacia mediodía. Aquí las mesas de negociación estaban planificadas
paralelamente por 48 Cantones por lo que, si hubo demora o tácticas de retraso,
se debió a un plan consecuente con un enfrentamiento posterior. Cuarto, la
Procuraduría de los Derechos Humanos reportó la presencia de balas de Galil,
utilizadas históricamente por el ejército desde la contrainsurgencia en la
década de 1970.
Cuarto, el Estado y algunos medios impresos han utilizado, hasta ahora,
distintos argumentos: machetazos entre campesinos, disparos de guardia de
camión privado (PL, 5-10-2012), civiles situados desde un camión iniciaron los
disparos contra el contingente del ejército quien, luego de ser atacado,
respondió. Similares argumentos han sido utilizados por el ejército de
Guatemala, por ejemplo la masacre de q’eqchí en Panzós aquel 29 de mayo 1978.
A menos de un día de
estos acontecimientos las autoridades estatales niegan la represión y el
asesinato. Indiferentemente del argumento estatal, contradictorio evidentemente,
concretamente las comunidades de Totonicapán están velando a siete muertos en
San Miguel. Se han decretado localmente tres días de luto, los negocios han
cerrado en el departamento del comercio y decenas de heridos están siendo
curados en los abarrotados hospitales y clínicas municipales. Desde esta
situación cabe preguntarse concretamente, ¿cómo se venía expresando la crisis
social en este departamento de Guatemala?
II.
Totonicapán
y las
olas de la apropiación capitalista.
El capital,
al igual que los demonios de Dante, adquiere la forma y la apariencia del
momento en el que ejerce su violencia. Para un ojo atento al proceso de
producción y sensible a lo particular, la violencia de su conformación
desborda, tanto en la mercancía-café o lata de atún, como en el salario, fruto
de la valorización del proceso productivo y, por ende, de la explotación humana.
En Guatemala las caras del capital se han mostrado distintas en su unidad, allí
donde el violento despojo de tierras anuncia la producción de palma africana,
donde la hidroeléctrica impuesta está acompañada del alto precio del servicio
eléctrico. Pero, también, el capital cambia su cara y su fusil por la ley
estatal y el esmoquin del presidente. Ante la crisis presupuestaria lanza deuda
flotante y elimina lo superfluo: el magisterio en la ministerio de educación,
las medicinas en el ministerio de salud, jubilación en la previsión social del
ministerio de trabajo. Estos no son ejemplos al azar, son un recorrido del
proceso de intensificación del ataque capitalista-estatal. Pero, ¿por qué
osamos unir el estado al capital en este momento de violencia en Guatemala?
¿Qué acaso las escuelas e, incluso, la ciencia política no nos enseñaron que el
estado es un ente neutral y rector de la sociedad, mediador de lo económico y
lo político? ¿No hemos visto, siquiera, cómo los periódicos comerciales o
investigativos recriminan al estado que no cumple sus obligaciones con los
ciudadanos? Bueno, veamos lo concreto del ataque social en Guatemala y
lancémoslo, como pregunta, por cómo se está viviendo en otras regiones, países,
sociedades.
Los años
2010 y 2011 fueron dramáticos para las comunidades q’eqchi en el departamento
de Alta Verapaz y sur de Petén (véase supra: mapa No. 2). En el valle del
Polochic, municipio oriental del primer departamento, la ola de ataque a las
comunidades indígenas se ejerció a través del despojo de tierras. Policías
antimotines apoyados por el ejército quemaron los ranchos de los q’eqchi y lanzaron bombas lacrimógenas. Una de ellas,
trágicamente, directamente a la cabeza de un comunitario quien, al momento,
murió. Las comunidades eran golpeadas por el fetiche de la propiedad y de la
producción agrexportadora. La familia Widman, en ese entonces, eran la
personificación del movimiento del capital, justamente en las mismas tierras
que habían sido propiedad de Flavio Monzón, cómplice directo de la masacre de
Panzós en mayo de 1978. La bota finquera se actualizaba, de nuevo, en el dinero
de los Widman y en la represión, privada y pública, capitalista y estatal,
contra la comunidad indígena. Pero no hay que olvidar, allí donde el capital
expropia tierras y medios de producción deja, solemnemente, alternativas de
sobrevivencia. Ahora estas familias q’eqchi podían engrosar el mercado laboral,
fuese en la misma palma africana o en la fabricación de camisas en Carolina del
Norte, Estados Unidos. La propiedad privada allá en el norte y aquí en el
centro son, pues, hermanas de sangre. Humana evidentemente.
En mayo de
este año (2012), estalló el conflicto latente entre la comunidad q’anjobal de
Barillas, Huehuetenango y un proyecto hidroeléctrico (véase supra: mapa No. 2).
La palma africana se volvía, ahora, caudal eléctrico para el mercado energético
de Chiapas, México. En ese entonces guardias de seguridad de la hidroeléctrica
asesinaron a dos campesinos, lo cual indignó a las aldeas cercanas de Barillas
y gente del casco urbano.
Decididos a tomar a los asesinos irrumpieron en el destacamento militar donde,
según creían, los tenían resguardados. Este primer momento del conflicto pudo
haber finalizado en una masacre pero, al contrario, no fue dirigida la orden de
disparar contra el grupo. No obstante, inmediatamente se coordinó el plan
militar para ocupar Barillas y declarar Estado de Sitio. Cientos de soldados
llegaron a ocupar la cabecera municipal, iniciaron arrestos arbitrarios e
intimidaron los caseríos donde, previamente, habían huido muchos hombres a las
montañas. Alrededor de 15 días duró el Estado de Sitio luego de que
abruptamente el presidente Pérez Molina cancelara la operación. Posiblemente
fue importante la insistente protesta y marcha de organizaciones sociales,
aunque no unilateralmente determinante. En aquel entonces quedó algo claro, el
movimiento del capital, particularizado en las hidroeléctricas, había provocado
el asesinato de comuneros en resistencia y, a la vez, promovido las condiciones
para una amenazante intervención militar en una región, otrora, asolada por la
peor campaña contrainsurgente de la América contemporánea. La circulación de la
mercancía-eléctrica son, pues, parientes con los planes estatales mexicanos de
consumo energético de este pueblo fronterizo.
Así,
también, en este año 2012 llegó al poder ministerial otro momento del capital.
Su nombre Cynthia del Águila. Ministra de Educación, del Águila ha llevado con
intransigencia un violento plan de reforma que, bajo la excusa de la mejorar la
calidad educativa, pretende eliminar la carrera de magisterio para el nivel
secundaria en toda Guatemala, así como suspender la educación a distancia
(Telesecundaria). Claro, si bien estos cambios son generales, afectará sobre
todo al, de por sí, marchito sistema de educación pública. En esta instancia
miles de jóvenes, en su mayoría hijas e hijos de campesinos y trabajadores, luchaban
por finalizar estudios a nivel secundario y, posteriormente, emplearse. Al
contrario, para quienes la vocación de la enseñanza sea fuerte y logren
agenciarse de fondos, la opción de del Águila fue crear el magisterio como
carrera universitaria. Es decir, 5 años de estudios universitarios posteriores
a los dos invertidos en el bachillerato. Para un país fundado sobre la
Contrarrevolución de 1954 y especializado, a nivel latinoamericano, en la
represión campesina, no hace falta maestros. Pero
en el fondo había algo más. Al eliminar el magisterio, se reduce la presión de
miles de maestros, graduados, que no encuentran trabajo ni en escuelas públicas
ni privadas. Además se liberan fondos del agobiado presupuesto estatal, el cual
seguirá disminuyendo gastos en la salud, la educación e invertirá, cada vez
más, en sostener la nueva forma de apropiación capitalista y su defensa
encarnecida. Cuando el presidente Pérez Molina, o Colom, o Peña Nieto (México)
o Porfirio Lobo (Honduras), o Daniel Ortega (Nicaragua) hablan del llamado a la
inversión de capital, lo hacen de manera general, sin especificar qué
conformación llegará y, más bien, recitando el catecismo de la generación de
empleo. En el fondo, algunos de ellos llaman a la despenalización de las drogas
para legalizar sus negocios, otros ofrecen territorios enteros para la minería
y otros, somocistas vestidos de rojo, ofrecen al capital la explotación
interoceánica del río San Juan.
Totonicapán es un
departamento distinto al resto en toda Guatemala. Mayoritariamente habitado por
indígenas k’iche, ha desarrollado históricamente redes de comercio regional,
especialmente con la segunda ciudad más importante de Guatemala,
Quetzaltenango, así como con la franja agroexportadora de la Costa Sur. Sus
productos llegaban hasta mercados en Panamá y Suiza desde finales de la década
de 1960. Asimismo, su relación con el Estado durante la guerra (1960-1996)
había sido de negociación, pese a que ciertos grupos y municipios habían
participado (sobre todo Santa Lucía la Reforma y Santa María Chiquimula).La
negociación con el poder central se había consolidado, fuese con batallones
indígenas en Momostenango en el siglo XIX o con élites dirigentes con vínculos
en Quetzaltenango y ciudad de Guatemala. Entre 1978 y 1983 Totonicapán prefirió
establecer un control autonómico mientras se alejaba de las organizaciones
revolucionarias. En este sentido, las Patrullas de Autodefensa Civil fueron
organizadas entre el ejército y los líderes comunitarios en la región. Por
polémico que parezca, logró de esta manera librarse de la peor campaña
contrainsurgente de América Latina, especialmente entre 1981 y 1983 en todo el
Altiplano indígena de Guatemala. Esta cohesión interna de Totonicapán le
permitió tener una fuerza de negociación y liderazgo, producto de luchas
históricas y de alianzas estratégicas. De manera que mientras la organización
comunitaria era destruida en los vecinos departamento de Quiché, Huehuetenango
y Chimaltenango, aquí se mantuvo una conformación particular de base
comunitaria. Históricamente, los municipios comerciales (San Miguel,
Momostenango, San Francisco el Alto) dirigieron las tendencias generales del
departamento, sobre todo, por encima de municipios más pobres y donde había
calado más el movimiento revolucionario (Santa María Chiquimula y Santa Lucía
la Reforma). Pese a estas luchas y marginaciones internas, Totonicapán como
departamento ha podido consolidarse a nivel nacional e internacional en un
ejemplo de dirigencia y autogestión comunitaria. Los 48 Cantones han logrado mantenerse
con fuerza y han sido verdaderos bastiones de la defensa comunitaria. Pero, si
históricamente habían logrado presencia efectiva y habían demostrado capacidad
de negociación estatal, ¿por qué el Estado, personificado ahora en el
presidente Pérez Molina y el ejército, dispararon contra las comunidades que
habían tomado las carreteras en su jurisdicción? Veamos.
III.
Lo que el Estado y la apropiación capitalista
no
pueden aceptar de los 48 Cantones.
Una cosa es la historia
de negociación y otro el momento histórico que se impone como brutal. ¿Contra
qué estaban ocupando la carretera Interamericana las comunidades indígenas de
los 48 Cantones? Tres eran sus demandas, claras como el agua. Contra el alto
costo de la energía eléctrica administrada por la empresa DEOCSA. Contra la
eliminación del magisterio del nivel secundario en toda Guatemala. Contra las
reformas constitucionales promovidas por el Partido Patriota y el presidente,
general Otto Pérez Molina. La primera, respecto la energía eléctrica de DEOCSA,
es una demanda muy concreta, con nombre y apellido. A partir de la ola de
privatizaciones, parciales o totales, desde el gobierno de Álvaro Arzú
(1996-2000), la energía eléctrica se ha ido constituyendo en el monopolio de
capital español en toda Guatemala y Centroamérica. Para una región comercial
como lo es Totonicapán, especialmente sus pueblos-cabecera, la luz eléctrica es
un verdadero motor de sobrevivencia. Asimismo, junto a la lucha comunitaria por
llevar electricidad a las aldeas alejadas, se destaca el impulso del capital
por construir torres de señal telefónica-celular. Esta tendencia no es
específica y limitada a Totonicapán. Serios conflictos han surgido por los
cobros excesivos de electricidad en la Costa Sur (Escuintla, Suchitepequez,
Retalhuleu), así como en Quiché y Chimaltenango. Por supuesto, varían
dependiendo del momento del capital y de su relación con otros proyectos, sea
la telefonía privada o la infraestructura de una planificada hidroeléctrica. Es
sabido que delante de una minera o de una hidroeléctrica vienen las condiciones
mínimas de su explotación y comercialización, sean carreteras, cableado, torres
eléctricas. Todo capital productivo tiene como momento de su realización la
inversión en capital constante. Así pues, si la importancia del mercado
energético es la ganancia comercial (pagos a DEOCSA) o la ganancia productiva
(hidroeléctrica, minería), luego el Estado-Capital no puede permitir que los 48
Cantones sienten el ejemplo del detenimiento de la expansión. Si lo permitiesen
atrás podría venir la comunidad organizada en Quiché, Chimaltenango y la Costa
Sur.
Segundo, la eliminación
del magisterio. Si bien cada vez es más fuerte el empobrecimiento, las redes
comerciales en Totonicapán han permitido costear los estudios a miles de
jóvenes k’iche. Habiendo sido punta de lanza del movimiento social que dejó el
trabajo en las fincas, Totonicapán y Quetzaltenango han sido centrales en lo
que respecta la profesionalización del indígena. Del trabajo comercial al
trabajo en servicios (e.i. educación) hay un pequeño paso, después de todo
ambos son momentos de la mercantilización del producto y del trabajo. Por eso
es tan vital para Totonicapán el pronunciarse en contra del magisterio,
precisamente porque esta decisión estatal quebrará una reproducción actual y en
potencia. ¿Cuántas serán las familias que puedan costear los estudios
universitarios de sus hijos una vez invertidos los primeros once años de
educación primaria, básica y de bachillerato? De nuevo, esta situación no está
limitada a Totonicapán, miles de jóvenes en departamentos tan alejados como
Zacapa, Chiquimula y Guatemala sufren esta posibilidad. La diferencia radica en
que la organización unitaria, aunque diversa, de los 48 Cantones es una instancia
de proyección nacional. Aquí ya no se disputa contra jóvenes, hijos de obreros
y trabajadoras, provenientes de barrios marginales y enfrentados, solos, a
cientos de policías antimotines. Los 48 Cantones opuestos a la eliminación del
magisterio es la revuelta de toda una región, históricamente determinante, de
Guatemala y Centroamérica. Allí no son los barrios marginales de Guatemala,
mantenidos en la zozobra por las maras, las drogas y la represión estatal, sino
comunidades con capacidad autonómica y de denuncia internacional. Esta
demostración no la puede permitir el Estado en Guatemala. Tampoco la pueden
apoyar los capitales interesados en salvar el presupuesto nacional sin una
reforma tributaria a sus bolsillos. Segundo llamado a la represión a través de
este enfrentamiento.
Tercero, las reformas
constitucionales de Pérez Molina. Anteriormente ya he abordado este punto, por lo
que sólo haré un análisis de las líneas generales en consonancia con las dos
demandas anteriores. Guatemala, en tanto Estado, ha venido sufriendo una enorme
crisis para su reproducción. En el fondo cuando nos referimos a la reproducción
estatal estamos hablando de la reproducción de las relaciones de dominación, de
la organización de la propiedad privada y el mantenimiento de la producción
enfocada en el lucro, el capitalismo. La crisis se ha incrementado desde el
gobierno de Álvaro Colom (2008-2012), de discurso social-demócrata. En ese
entonces recalcitrantes sectores del capital comercial y agroexportador pegaron
el grito al cielo. Se crearon divisiones entre las organizaciones capitalistas
(CACIF, Cámara del Agro,Banrural), así
como se estuvo a punto de un golpe de estado a partir de la muerte de Rodrigo
Rosenberg. Las clases dominantes salían de blanco a manifestar en el centro de
la ciudad, con camisas blancas. Se creó un discurso de movilización ciudadana
“de verdad” y se humillaba a los grupos movilizados por el gobierno de Colom en
el Parque Central. Estos grupos vestidos de blanco idearon una manera de
combatir cívicamente a los grupos
llevados por Colom: les enseñaron billetes de cincuenta quetzales para
evidenciarles que habían sido comprados, contrario a ellos que llegaban por
propia voluntad e indignación frente al supuesto presidente asesino. Pero, ¿por
qué se enardecieron tanto estos grupos que apenas habían puesto un pie en la
deteriorada zona 1 de ciudad de Guatemala? Atrás, como un furor del pasado,
estaba el terror y desprecio al populacho en Álvaro Colom y Sandra Torres. La
crisis del capital, aquel fatídico año 2008-2009, ya estaba pegando fuerte el
sinsentido de la dominación clasista en Guatemala. No era posible que el esposo
de una supuesta exguerrillera estuviera promoviendo, sin más, la inversión
presupuestaria del estado en programas de ayuda condicionada, comedores
solidarios. Atrás del discurso de repentina ciudadanía activa se movían las
fuerzas de apropiación del crédito estatal a través de BANRURAL, enorme
conflicto entre cooperativistas, asociados al Estado, y la tajada del pastel
del capital comercial guatemalteco. Colom se libró a penas de su derrocamiento.
Sin embargo pagó el enorme precio de convertir su alusión a Árbenz y a Oliverio
Castañeda de León en la manta impotente que cubría los violentos desalojos de
q’eqchi en el valle del Polochic, ya mencionados.
Desde esta crisis se
empezaron a consolidar las alianzas para la postulación de un gobierno
demostrado, históricamente, a favor del orden y del imperio de la ley. ¿Quién
mejor que Pérez Molina, ex teniente de la Fuerza de Tarea Gumarcaj, coordinador
del plan de contrainsurgencia en la rebelde región ixil (1982-1983)? ¿Quién
mejor, a la vez, que este mismo teniente partícipe del exterminio
contrainsurgente fuese signatario de los Acuerdos de Paz en 1996? No sería un
gobierno más, sino el gobierno encargado de llevar a cabo la reconfiguración
estatal. Pese a esto, el llamado “sector privado” ha desconfiado de su
acercamiento a organizaciones campesinas, magisteriales y sindicales. No ha
querido otorgarle el beneplácito de una transformación estatal que renueva, sin
dudas, la tradición de centralización estatal en Guatemala. Algo temen por
debajo de las aguas. Pero quienes más deben de temer son las comunidades
campesinas, indígenas o mestizas, de occidente o de oriente. Hay un punto en común
entre el capital y el estado, su horizonte solo puede ampliarse si se reduce el
de las comunidades concretas, si se disminuye el presupuesto en la reproducción
mínima de la vida y se deposita en las arcas del capital. Así, pues, pese a que
el CACIF declaró su «consternación por la pérdida de vidas humanas» en
Totonicapán, recuerda en su punto cuarto que
se debe «[…] respetar el Estado de Derecho», lo cual implica «[…]
garantizar un equilibrio entre los derechos y deberes de todos los ciudadanos,
sobre todo, el respeto irrestricto a las
autoridades.». De manera que lamenta la muerte de vidas humanas – no
menciona el nombre de quienes murieron: Santos
Hernández Menchú, José Puac, Arturo Sapón, Jesús Caxaj, Jesús Puac y Rafael
Batz – y, a la vez, restablece como fin último el Estado de Derecho y el
«respeto irrestricto a las autoridades.». Puede que el CACIF no esté de
acuerdo, en algunos puntos sustanciales, con las reformas constitucionales de
Pérez Molina, pero no olviden las múltiples caras del capital-estado tienen
algo en común: dicen vivir a partir de la subordinación humana. Así pues las
exequias empresariales llegaron mientras los ministros y el presiente buscan
una nueva justificación. Eso de parte de ellos. En el otro lado, las
comunidades k’iche en el parque de San Miguel Totonicapán velan seis ataúdes
cubiertas con tejidos locales. Mientras el estado-capital selló con la muerte
los ojos de los comunitarios rebeldes, quienes les lloran los despiden con el
colorido de una promesa, un tejido k’iche y la indignación como promesa de organización
para lo que se viene
Reflexión.
Los
ríos de Totonicapán
«[…] a la vez le pedimos al pueblo de Totonicapán que sigamos
unidos, en su momento lo manifesté. Nosotros a pesar de todo lo que pueda pasar
seguimos en la lucha porque nuestro objetivo es buscar el bien común y siempre
lo tenemos claro. »
Palabras pronunciadas por Carmen Tacam, lideresa de los 48
Cantones, justo a la par del general Pérez Molina. (4-10-2012).
El capital sabe muy
bien donde ha disparado. Desde Totonicapán se nutren los principales ríos de
Guatemala, como el Chixoy o Motagua. Sus bosques comunales han sido un ejemplo
de organización social en varios de sus municipios. Sus bosques alimentan estos
ríos a través de todo el Altiplano y de los valles orientales. El agua es vida,
pero también la memoria. Un tal Lucas, como diría Cortázar, pero en esta
ocasión de apellido Aguilar, fue uno de los principales líderes comunitarios en
las revueltas k’iche de 1811 a 1822 en Totonicapán. Se suele recordar más al
principal Atanasio Tzul, pero es necesario también hablar de Lucas Aguilar. De
origen pobre, comunero, macehual, Lucas Aguilar desafió tanto a las autoridades
coloniales españolas como a las indígenas. En todo caso, el movimiento rebelde
contra la reintroducción de tributos y servicios personales derivó, sin duda,
en una de las chispas que atemorizaron a las elites coloniales y militares de
la soberbia ciudad de Guatemala, en el Valle de la Ermita. La mañana de hoy, 5
de octubre, el cielo amaneció completamente despejado en Guatemala. Hacia el
occidente, el volcán de Fuego lanzó una nube de cenizas. En el horizonte un
volcán amenazaba con hacer erupción. ¿Estarán listos los corazones y los puños
en todo el Altiplano y la Costa Sur, en los altos Cuchumatanes o en los valles
de Tecpán, en las fértiles tierras de Masagua o la rebelde Xalapán para, de nuevo, insuflarle la fuerza de la dignidad a su propia respiración?
Sin duda alguna estas preguntas están alimentadas por los ríos de Totonicapán
que, hoy, nos recorren el recuerdo, el cuerpo y la disposición organizada.
S.P.
Nueva Guatemala
Referencias
hemorográficas
Periódicos
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http://www.prensalibre.com/totonicapan/Lideres-Cantones-rebaja-energia-electrica_0_704929747.html«Alcaldes cerrarán carretera». En: Prensa Libre. Guatemala, 3 de octubre 2012. Sitio web:
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http://www.youtube.com/watch?v=gnLUyFjacKM&feature=youtu.beMapas
- Googlemaps. Imágenes ®2012 Terrametrics. Datos del mapa ®2012 Google.
http://maps.google.es/- Mapa del Instituto Geográfico Nacional
[1] Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras.
[2] Distribuidora de Electricidad de Occidente Sociedad Anónima (DEOCSA).
[3] Programa televisivo 8:45. Su emisión del día de ayer, 4 de octubre 2012, participaron Godoy, Itzep y López Bonilla.
[4] «"Nuestro conteo es de 34 personas heridas, de las cuales hay 13 con lesiones de machete, 4 intoxicados, que ya salieron de las atenciones; 1 por un esguince de tobillo, 6 por contusiones, 7 por arma de fuego y 3 que no se determina si puede ser por el impacto de una piedra o por cualquier otra situación, como por perdigones˝, expuso López Bonilla.» Diario de Centroamérica, 5-10-2012.
[5] En total, un camión del ejército, uno particular y un automóvil de COPREDEH fueron quemados, según El Periódico (5-10-2012)
[6] «El ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla, había dicho que el presidente Otto Pérez suspendió el desalojo, pero los agentes continuaban en el operativo.» Prensa Libre, 4-10-2012.
http://www.prensalibre.com/totonicapan/PNC-desaloja-manera-violenta-protestantes_0_785923437.html[7] Con información de: Prensa Libre, 5 de octubre 2012.
http://www.prensalibre.com/noticias/Enfrentamiento-deja-muertos_0_786521375.html[8] Según la Agencia AP (5-10-2012): «Proyectiles de 5.56 milímetros de un fusil Galil, del tipo que usa el ejército, pudieron ser la causa de muerte de seis campesinos y de heridas a unas 30 personas, informó la PDH.El aparente detonador del enfrentamiento, ocurrido en la víspera, de efectivos del ejército y la policía con campesinos que manifestaban en una carretera del oeste de Guatemala fue un disparo efectuado por "una persona encima de una camioneta con placas civiles", dijo el procurador de Derechos Humanos, Jorge de León."Las balas que se han encontrado eran de 5.56 milímetros". De León dijo que aún no se había confirmado qué clase de proyectiles mataron a las víctimas, y que antes de pronunciarse oficialmente esperarían el resultado de las autopsias de las seis victimas que efectuaba el Instituto Nacional de Ciencias Forenses. Mientras tanto, otras autoridades afirmaron que los agentes estaban desarmados.El ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla, dijo que además de los rastros de los proyectiles de 5.56 milímetros, se encontraron perdigones de una escopeta calibre 12. "Estamos viendo un resultado preliminar de estas dos armas, pero debemos esperar la investigación de las partes correspondientes", dijo López Bonilla.Según la versión oficial, dos vehículos del ejército que llevaban un contingente de apoyo a la policía se toparon con un retén de manifestantes. Allí se produjeron disparos desde un camión, que provocaron la dispersión de soldados, policías y manifestantes.»
[9] Desarrollo lo específico de dicha situación en: Barillas, el ataque estatal-capitalista y las preguntas que debemos afrontar. (mayo 2012)
[10] Por supuesto, la calidad educativa no era la óptima si tenemos en consideración que este país ha preferido invertir en fusiles y cercas de propiedad privada que en formación de capital constante, apto para una forma mercantil educativa más desarrollada y no enfocada sobre todo, hasta mediados de 1980, en la agroexportación finquera.
[11] Amplío este punto en: Reforma estatal como preparación del ataque capitalista a las comunidades campesinas indígenas. (junio 2012)
[12] Banco de Desarrollo Rural
[13] Moneda nacional de Guatemala.